La okupación es una variante moderna de un fenómeno muy
antiguo y legal que es apropiarse de algo que no es de nadie en concreto
mediante el procedimiento de instalarse allí y quedarse. Este fenómeno ha sido
reconocido en el derecho desde hace siglos: se trata de hecho de uno de los
métodos para acceder a la propiedad legítima. En los tiempos modernos se
presenta bajo dos características diferentes. Por un lado, los asentamientos
donde viven personas en suelo de propiedad pública: es el caso de los poblados
que hay en las zonas suburbanas en muchos países del mundo, que suelen
evolucionar desde una situación ilegal, o más bien alegal ( lo que hacen no
está regulado pero tampoco está prohibido), a una situación de legalización,
sea porque son expulsados de esas zonas o porque se les concede un derecho de
propiedad sobre la vivienda o el suelo que están ocupando. Ahora bien, la
llamada okupación es algo que parece similar pero que en realidad es distinto,
porque no pretende ante todo conseguir la propiedad privada, sino aglutinar un
movimiento social con objetivos políticos, llamado derecho a la vivienda o la
vivienda social, ideas que entrañan la violación de derechos de terceros, a los
que el Estado obliga a pagar. Dos aspectos son interesantes de este movimiento.
En primer lugar, el abierto respaldo que reciben por parte de la izquierda y
otras formaciones políticas. En segundo lugar, la relativa suavidad con que son
tratados en muchos países por las autoridades, los legisladores, los jueces y
la policía. En efecto, los okupas pueden en muchos casos violar la propiedad
privada y la pública sin que las Administraciones actúen de inmediato para
proteger esas propiedades y castigar a los que las infringen. La explicación
puede que pase por la mencionada simpatía política que suscitan los okupas, y
quizás también porque en la sociedad moderna el respeto a la propiedad ha sido
muchas veces cuestionado y matizado por una abundante legislación que permite
que las autoridades condicionen y limiten ese derecho según su conveniencia y
para conseguir diversos objetivos
considerados equivalentes o, incluso, más importantes que la protección de la
propiedad de los ciudadanos.
Extraído del Libro Economía para andar por casa.