jueves, 30 de mayo de 2019

¿Por qué cuando se compra una vivienda hay que pagar a un notario si cuando entran okupas los papeles del notario no sirven para sacarlos de la casa?


La okupación es una variante moderna de un fenómeno muy antiguo y legal que es apropiarse de algo que no es de nadie en concreto mediante el procedimiento de instalarse allí y quedarse. Este fenómeno ha sido reconocido en el derecho desde hace siglos: se trata de hecho de uno de los métodos para acceder a la propiedad legítima. En los tiempos modernos se presenta bajo dos características diferentes. Por un lado, los asentamientos donde viven personas en suelo de propiedad pública: es el caso de los poblados que hay en las zonas suburbanas en muchos países del mundo, que suelen evolucionar desde una situación ilegal, o más bien alegal ( lo que hacen no está regulado pero tampoco está prohibido), a una situación de legalización, sea porque son expulsados de esas zonas o porque se les concede un derecho de propiedad sobre la vivienda o el suelo que están ocupando. Ahora bien, la llamada okupación es algo que parece similar pero que en realidad es distinto, porque no pretende ante todo conseguir la propiedad privada, sino aglutinar un movimiento social con objetivos políticos, llamado derecho a la vivienda o la vivienda social, ideas que entrañan la violación de derechos de terceros, a los que el Estado obliga a pagar. Dos aspectos son interesantes de este movimiento. En primer lugar, el abierto respaldo que reciben por parte de la izquierda y otras formaciones políticas. En segundo lugar, la relativa suavidad con que son tratados en muchos países por las autoridades, los legisladores, los jueces y la policía. En efecto, los okupas pueden en muchos casos violar la propiedad privada y la pública sin que las Administraciones actúen de inmediato para proteger esas propiedades y castigar a los que las infringen. La explicación puede que pase por la mencionada simpatía política que suscitan los okupas, y quizás también porque en la sociedad moderna el respeto a la propiedad ha sido muchas veces cuestionado y matizado por una abundante legislación que permite que las autoridades condicionen y limiten ese derecho según su conveniencia y para conseguir  diversos objetivos considerados equivalentes o, incluso, más importantes que la protección de la propiedad de los ciudadanos.

Extraído del Libro Economía para andar por casa. 

miércoles, 15 de mayo de 2019

¿Por qué los parques de atracciones no cobran más por sus atracciones estrella, a pesar de que siempre hay mucha cola para entrar en ellos?

El 1 de enero de 2006, el Disney World de Orlando, Florida, cobraba 55,16 dólares por la entrada infantil que permite el acceso ilimitado a todas las atracciones durante un día. Para ser precisos, el acceso es ilimitado sólo en un sentido limitado: los niños pueden montar en cualquier atracción todas las veces que quieran, pero algunas de ellas tienen casi siempre mucha cola. Por ejemplo, cuando el parque está lleno, hay que esperar más de una hora para montar en la Space Mountain, la atracción estrella. 

¿Por qué Disney no cobra un sobreprecio por las atracciones más solicitadas?

En sí, las colas no son una señal de que una empresa está desaprovechando una oportunidad servida en bandeja. Por ejemplo, el número de clientes que desean cenar en un restaurante una noche cualquiera es muy variable, por lo que resulta difícil ajustar los precios a un nivel que permita ocupar cada noche todas las mesas sin espera alguna. No obstante, lo que sorprende a un economista es que haya colas recurrentes y predecibles como las de Disney World.

La clave puede estar en que son los padres, y no los hijos, los que pagan las entradas de Disney World. Pensemos en cómo acabaría el día si la Space Mountain tuviese un sobreprecio calculado para que no hubiese colas, por ejemplo 10 dólares. Muchos niños seguirían queriendo subirse a esta atracción una y otra vez y, ahora, podrían hacerlo. Tarde o temprano, la mayoría de lso padres ser verían obligados a decir que no y, probablemente, lo tendrían que decir muchas veces.

 ¿Alguien cree que las familias se irían del parque con un buen recuerdo?.

Cobrando una tarifa única y sirviéndose de las colas para racionar las atracciones más solicitadas, tal vez Disney haya llegado al mejor equilibrio posible. 

Extraído del Libro Economista Naturalista 


domingo, 5 de mayo de 2019

Libro recomendado: El Economista naturalista



En este libro el economista Robert H. Frank busca y encuentra explicación a muchos pequeños enigmas, seleccionados durante sus más de dos décadas de actividad docente, en este manual, prueba palpable de que las mejores clases de economía no tienen como escenario un aula sino la vida real y que los principios de la economía desempeñan un papel determinante, y sorprendente, en nuestro día a día.
Entre las cuestiones que plantea en su libro están:
¿Por qué se enciende una luz cuando abrimos el frigorífico pero no cuando abrimos el congelador? ¿Por qué los retratos de las monedas están de perfil mientras que los de los billetes están de frente? ¿Por qué son más caros los huevos marrones que los blancos? ¿Por qué las tiendas que abren las veinticuatro horas del día tienen cerraduras en las puertas? ¿Por qué los kamikazes llevaban casco? ¿Por qué la ropa de mujer se abrocha por la izquierda y la de hombre por la derecha?

miércoles, 1 de mayo de 2019

Ser avalista de un préstamo ¿ a qué compromete?



Ser avalista implica ser fiador solidario, garantizar con nuestros propios bienes, presentes y futuros, la obligación de pago de otra persona. Significa que si en algún momento deja que pagar esa persona, porque no puede o porque se muere, el avalista responderá de la deuda, y la otra parte recurre a la justicia para embargarnos la nómina, en la parte que sea embargable según la cuantía y lo que marca la ley, la casa, la cuenta bancaria, el coche, etc. Ser avalista es ser codeudor solidario por el total de la deuda y sin que sea un requisito para el titular del crédito demandar primero al deudor original. El demandante, antes de iniciar un juicio ejecutivo para el cobro del crédito, puede decidir dirigirse contra el avalista, sin que este pueda excusarse del pago por el hecho de no haber sido demandado primero el deudor original. Si la situación económica del avalista es mejor que la del deudor original, la institución que otorgó el crédito no dudará en demandarlo. Si el avalista no paga, se producirán los efectos normales de cualquier juicio ejecutivo en contra de este, es decir, embargo de bienes y remate judicial. Eso sí, una vez que el avalista haya pagado la deuda, ya sea de manera voluntaria o forzosa, puede demandar al deudor original para que este le reintegre lo pagado.

Extraído del Libro Economía para andar por casa.