El 1 de enero de 2006, el Disney
World de Orlando, Florida, cobraba 55,16 dólares por la entrada infantil que
permite el acceso ilimitado a todas las atracciones durante un día. Para ser
precisos, el acceso es ilimitado sólo en un sentido limitado: los niños pueden
montar en cualquier atracción todas las veces que quieran, pero algunas de
ellas tienen casi siempre mucha cola. Por ejemplo, cuando el parque está lleno,
hay que esperar más de una hora para montar en la Space Mountain, la atracción
estrella.
¿Por qué Disney no cobra un sobreprecio por las atracciones más
solicitadas?
En sí, las colas no son una señal
de que una empresa está desaprovechando una oportunidad servida en bandeja. Por
ejemplo, el número de clientes que desean cenar en un restaurante una noche
cualquiera es muy variable, por lo que resulta difícil ajustar los precios a un
nivel que permita ocupar cada noche todas las mesas sin espera alguna. No
obstante, lo que sorprende a un economista es que haya colas recurrentes y
predecibles como las de Disney World.
La clave puede estar en que son
los padres, y no los hijos, los que pagan las entradas de Disney World.
Pensemos en cómo acabaría el día si la Space Mountain tuviese un sobreprecio
calculado para que no hubiese colas, por ejemplo 10 dólares. Muchos niños
seguirían queriendo subirse a esta atracción una y otra vez y, ahora, podrían
hacerlo. Tarde o temprano, la mayoría de lso padres ser verían obligados a
decir que no y, probablemente, lo tendrían que decir muchas veces.
¿Alguien
cree que las familias se irían del parque con un buen recuerdo?.
Extraído del Libro Economista Naturalista
No hay comentarios:
Publicar un comentario