miércoles, 17 de julio de 2019

¿Por qué las aerolíneas cobran mucho más por los billetes comprados en el último minuto, mientras que los teatros de Broadway hacen lo contrario?


Un asiento que está vacío cuando el avión despega o se levanta el telón significa una pérdida de ingresos irreversible. Tanto a las líneas aéreas como a los teatros les interesa mucho ocupar todos los asientos que puedan. Al mismo tiempo, ocupar un asiento a un precio rebajado suele significar perder la oportunidad de ocuparlo con alguien que habría estado dispuesto a pagar  el importe total del billete o de la entrada. Por eso, como siempre , lo difícil en la gestión de las ventas es llenar todos los asientos posibles sin mermar demasiado el ingreso medio por asiento.
Los directivos de ventas del sector del transporte aéreo han descubierto que los clientes que viajan por motivo profesionales cambian los vuelos en el último momento con más frecuencia que los turistas. Asimismo, se sabe que las decisiones relativas a los viajes de trabajo son menos sensibles a las tarifas de los billetes que las decisiones relativas a los viajes de placer. En consecuencia, la estrategia que han adoptado las aerolíneas consiste en cobrar el 100 por 100 del precio a quienes reservan en el último minuto ( en gran medida, clientes que viajan por motivos de trabajo)  y ofrecer descuentos a quienes reservan con mucha antelación (normalmente, pasajeros que viajan por placer).
El equilibrio de fuerzas es ligeramente diferente en el sector de las representaciones teatrales. Como en el sector del transporte aéreo, los clientes con mayor renta son menos sensibles al precio de las entradas que los clientes de menos renta. Sin embargo, los primeros no suelen comprar entradas en el último momento. Para comprar entradas a mitad de precio , los aficionados al teatro tienen que superar dos barreras. Una de ellas es hacer cola, a menudo durante una hora o más. Pocas personas de renta elevada están dispuestas a hacer cola sólo por ahorrare unos cuantos dólares. La segunda y más importante es que sólo se venden entradas rebajadas de mayor éxito. El tiempo de las personas con muchos ingresos tiene un coste de oportunidad elevado, por lo que éstas suelen preferir dedicas su valioso tiempo libre a ver sólo las representaciones que más les interesan. A los aficionados al teatro con ingresos bajos, muchos más sensibles al precio, estos dos obstáculos les resultan mucho más fáciles de vencer. Sin no existiera la alternativa de conseguir entradas haciendo cola en la taquilla quizá no verían ni un solo espectáculo de Broadway.
Aunque se dan diferencias notables entre estas dos barreras, ambas producen el efecto de ocupar más asientos y, con ello, de reducir el coste medio por cliente de los que se habrían ocupado sin ellas.
Obligar a los clientes a vencer un obstáculo para conseguir un descuento supone un derroche, en el sentido de que hay que realizar un esfuerzo para vencerlo. Sin embargo, en algunos casos la barrera del descuento consiste únicamente en requerir que los clientes dispongan de cierta información. Cuando éstos la tienen, pagan menos sin realizar esfuerzo alguno. 

Extraído del Libro El Economista Naturalista. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario